Carta Financiera #02
- Agustín Romeo
- hace 5 días
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Sobre vivir prestado.
Quiero hablar de las dos caras de una misma moneda. En ambas situaciones pasa lo mismo: cada vez hay más personas viviendo de prestado.
Como regla básica: si no podés estar un mes entero sin usar la tarjeta de crédito, estás viviendo de prestado (del banco).
Muchas veces, cuando me escriben sobre su situación financiera (siempre asumiendo que hablamos de un problema económico), noto mucho esto de pasar gastos del día a día en la tarjeta sin tener el respaldo suficiente.
Puede ser porque no llegás a fin de mes, porque te da más aire en tu plata disponible o porque creés que te “lo paga la inflación”. Sea cual sea el motivo, la premisa se repite: vivir de prestado.
Y no lo digo en un sentido negativo. Simplemente, hay situaciones en las que vivimos así por elección (porque creemos que podemos obtener beneficios reales, aunque no siempre sea así). Y existen otras en las que empezó como algo puntual, pero con el tiempo (y con los ingresos ajustándose a paritarias que siguen la inflación esperada y no la real) se sintió claramente la pérdida de poder adquisitivo.
Con este ejemplo lo vas a entender mejor:
Supongamos que tenías disponible para la compra de comida (o la categoría que quieras) unos $400.000 por mes. Al financiarlo, probablemente estabas teniendo un poder de compra mayor (supongamos $600.000) porque ibas pateando los gastos y al mismo tiempo llegaban aumentos de sueldo que compensaban esa diferencia. Así sucesivamente, hasta que llegás al punto en que tu poder de compra real es de $600.000, pero estás usando $800.000. Y ahí aparece la parte más difícil: ajustar tu consumo a tu capacidad real.
Muchas veces cuesta porque sentimos que “vamos para atrás” o porque creemos que esos $800.000 ya son nuestra nueva realidad. Pero no tomar medidas reales para ajustar la situación es lo que nos mete en problemas financieros.
Probablemente termines endeudado no solo con la tarjeta, sino también con el banco, un familiar, etc.
Entonces, si estás en esta situación y sentís que no podés salir, quiero hacerte una pregunta muy importante:
¿No podés salir porque realmente te cuesta asumir la realidad actual, o porque te preocupa más cómo se va a ver hacia afuera tu baja en poder adquisitivo?
Arranqué este ejemplo hablando de comida y quizás pensaste: “eso no me pasa, yo compro lo que puedo y ya está”. Pero… ¿qué pasa con la financiación que tomaste para cambiar el auto, para irte de viaje o para vivir en un lugar mejor?
¿Cuáles de estas cosas sentís que realmente podés sostener, y cuáles no podés dejar por vergüenza a lo que piensen los demás?
Y si ahora te invito a preguntarte: ¿qué importa de verdad, la opinión del resto o que vos, tu pareja y/o tu familia tengan la tranquilidad que se merecen?
Sé que ya tenés la respuesta. Y si estás en esta situación, también sé que vas a saber frenar a tiempo para ganar la tranquilidad que merecés.